La agricultura en la Amazonía tiene varios impactos negativos en las comunidades indígenas y locales. Algunos de los más significativos incluyen:
La conversión de bosques en tierras agrícolas, especialmente para la ganadería y cultivos comerciales como la soja y el aceite de palma, destruye ecosistemas vitales.
La deforestación reduce la disponibilidad de recursos naturales esenciales para las comunidades, como madera, frutos silvestres y plantas medicinales.
La expansión de la agricultura comercial suele invadir tierras tradicionales de los pueblos indígenas, forzándolos a desplazarse y afectando su estilo de vida y cultura.
La pérdida de territorio limita su acceso a recursos esenciales y puede generar conflictos con empresas agrícolas y el gobierno.
El uso excesivo de fertilizantes y pesticidas contamina los ríos y suelos, afectando la salud humana y la biodiversidad acuática.
La contaminación del agua reduce la calidad de las fuentes hídricas de las comunidades, dificultando su acceso a agua potable.