Los sistemas agroforestales pueden garantizar una producción agrícola continua durante todo el año sin comprometer la salud del ecosistema al imitar la estructura y función de los ecosistemas naturales. Al combinar cultivos agrícolas con árboles y plantas perennes, estos sistemas mejoran la fertilidad del suelo, reducen la erosión y optimizan el uso del agua. Además, al diversificar los cultivos y escalar las cosechas, se mantiene una producción constante a lo largo del año, reduciendo la dependencia de monocultivos y mitigando los efectos del cambio climático. La presencia de árboles también crea microclimas que favorecen el crecimiento de diferentes especies, aumentando la resiliencia de la producción agrícola sin necesidad de agroquímicos dañinos. Así, los sistemas agroforestales equilibran la seguridad alimentaria con la conservación.