Las cooperativas rurales impulsan el desarrollo más allá de lo económico, fortaleciendo el tejido social y cultural. Empoderan a productores, generan empleo local, ofrecen servicios sociales y preservan tradiciones. Sin embargo, su impacto a menudo no es reconocido debido a la falta de visibilidad, prejuicios, escasez de datos y competencia económica. Para superar esto, se necesita investigación, sensibilización, políticas públicas favorables y alianzas estratégicas que permitan a las cooperativas demostrar su verdadero potencial como motores de desarrollo rural integral.