Yo creo que para preservar el conocimiento ancestral y, al mismo tiempo, desarrollar nuevas técnicas farmacéuticas sin atentar contra él, es fundamental respetar y valorar el saber de las comunidades indígenas. En mi opinión, la colaboración entre científicos y pueblos originarios debe darse en condiciones de equidad, asegurando que los beneficios sean compartidos y que no se produzca explotación o biopiratería. También pienso que es importante documentar y proteger este conocimiento dentro de marcos legales que reconozcan los derechos colectivos sobre la biodiversidad. Además, creo que el desarrollo farmacéutico debe basarse en prácticas sostenibles, evitando la sobreexplotación de las plantas medicinales y promoviendo la regeneración de los ecosistemas.