Construir territorios resilientes enfrenta desafíos como: la adaptación al cambio climático, que exige infraestructuras y sistemas productivos flexibles; la gestión de recursos naturales, buscando un equilibrio entre desarrollo y conservación; la desigualdad social, que debilita la capacidad de respuesta ante la crisis; la falta de gobernanza participativa, que impide decisiones adaptadas a las necesidades locales; y la dependencia económica de sectores vulnerables a shocks externos. Superar estos retos requiere planificación integrada, inversión en infraestructuras resilientes y fortalecimiento de la cohesión social.
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