Las cooperativas contribuyen al desarrollo de las comunidades rurales más allá de la esfera económica al promover la sostenibilidad ambiental, la equidad social y la participación comunitaria. Estas organizaciones fomentan prácticas agrícolas sostenibles, reducen las brechas sociales y de género, y empoderan a los miembros de la comunidad a través de la toma de decisiones democráticas23. Sin embargo, a pesar de su impacto positivo, las cooperativas a menudo carecen de reconocimiento como fuerza impulsora del desarrollo debido a la falta de visibilidad en los medios y la percepción limitada de su influencia en la economía social5. Además, la complejidad de sus estructuras y la necesidad de políticas de apoyo específicas pueden dificultar su reconocimiento y expansión.