Las cooperativas no solo fortalecen la economía rural, sino que también fomentan la cohesión social, la educación y el empoderamiento comunitario. Promueven la participación democrática, mejoran el acceso a servicios básicos y refuerzan la identidad cultural local. Además, impulsan prácticas sostenibles y resilientes ante crisis económicas y climáticas. Sin embargo, su reconocimiento sigue siendo limitado debido a la falta de visibilidad en políticas públicas, el dominio de modelos empresariales tradicionales y la escasa educación sobre su impacto. Para que las cooperativas sean valoradas como motores de desarrollo, es necesario mayor apoyo gubernamental, difusión y educación sobre su importancia.