La carencia de infraestructura y servicios básicos limita la capacidad de respuesta y recuperación. El conflicto y la violencia desestabilizan las comunidades, mientras que la falta de participación ciudadana y control social debilita la toma de decisiones informadas. La falta de información y conocimiento, junto con la escasez de recursos financieros, obstaculizan la implementación de estrategias de resiliencia.
Estos desafíos reducen la capacidad de las comunidades para enfrentar desastres y crisis. Para construir territorios resilientes, es fundamental abordar estos problemas de manera integral, fomentando la gobernanza efectiva, la participación ciudadana y el acceso a información y recursos.