La construcción de territorios resilientes implica enfrentar desafíos multidimensionales, que abarcan la adaptación al cambio climático y la gestión de eventos extremos, la administración sostenible de recursos naturales y la conservación de la biodiversidad, así como la integración de tecnologías innovadoras con conocimientos tradicionales. Además, es fundamental superar barreras institucionales y fomentar la participación activa de la comunidad, fortaleciendo el capital social y la cohesión entre actores públicos, privados y locales para garantizar una gobernanza inclusiva y eficiente.
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