La redistribución de recursos como tierras, créditos y tecnologías es clave para generar un cambio estructural en las comunidades rurales, ya que permite que los pequeños agricultores tengan acceso a los insumos y herramientas necesarias para aumentar su productividad y autonomía, rompiendo con la concentración de la tierra y la exclusión económica que perpetúa la pobreza, sin esta redistribución, la estructura productiva local se mantiene estancada y desigual. Por otro lado, la agricultura familiar contribuye significativamente a la seguridad alimentaria local y global porque produce gran parte de los alimentos básicos que consumen las comunidades, usando prácticas sostenibles que preservan el medio ambiente y reducen la dependencia de importaciones, al fortalecer la agricultura familiar, se promueve un sistema alimentario más diverso, resiliente y justo, fundamental para garantizar el acceso a alimentos nutritivos y suficientes para la población.