Las prácticas ecológicas como la agroforestería, la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos, la labranza mínima y el manejo eficiente del agua son fundamentales para la sostenibilidad agrícola. Estas técnicas mejoran la fertilidad del suelo, conservan la biodiversidad, reducen la erosión y optimizan el uso de los recursos naturales, permitiendo una producción de alimentos más resiliente y amigable con el medio ambiente.