Creo que el primer paso es que los gobiernos vean a la cooperación no solo como una alternativa, sino como un pilar fundamental del desarrollo. Para eso, es clave incluirla en las políticas públicas y asegurarse de que las cooperativas y asociaciones tengan apoyo real, no solo en discursos. También hace falta que la gente conozca más sobre el impacto del cooperativismo. Una buena forma es a través de campañas en redes sociales y medios, contando historias reales de comunidades que han logrado salir adelante gracias a la cooperación. Imagínate lo poderoso que sería mostrar ejemplos concretos de cómo el trabajo en conjunto ha cambiado vidas. La clave está en acercar el cooperativismo a la vida cotidiana de la gente. Muchas veces compramos productos sin saber quién está detrás o el impacto de nuestra elección. Si existieran etiquetas o certificaciones que identificaran productos cooperativos, sería más fácil tomar decisiones de compra informadas.
También necesitamos contar historias que conecten con las personas. No basta con hablar de cifras y teorías, hay que mostrar testimonios de quienes han encontrado en el cooperativismo una forma de salir adelante. Videos, redes sociales y hasta eventos locales pueden ayudar a que más gente entienda de qué se trata y por qué es tan valioso.
