Para que los pequeños productores de la Amazonía puedan acceder mejor al mercado, es clave que se les dé apoyo real: caminos, transporte, espacios para vender y sobre todo, que reciban un precio justo por su trabajo. Las agroindustrias rurales pueden ser una buena alternativa, pero solo si se adaptan a su forma de trabajar, a su cultura y a lo que realmente necesitan. No se trata solo de tener máquinas o tecnología, sino de que ellos puedan usarla, entenderla y sentirse parte del proceso. Si eso se logra, entonces sí, las agroindustrias pueden ser una herramienta poderosa para mejorar su vida sin que pierdan su identidad.