Miles de personas visitan la Amazonía atraídas por su fauna y naturaleza. Esta actividad puede ser positiva si se gestiona adecuadamente, pero también puede causar daños: contaminación, destrucción de hábitats y afectación directa a los animales.
Cuando el turismo es responsable y comunitario, se convierte en una herramienta valiosa para la conservación ambiental y la educación de los visitantes. Sin embargo, si no se controla, puede generar efectos negativos, incluso en lugares creados para admirar la naturaleza.
Aun así, cuando se realiza de forma sostenible y con la participación activa de las comunidades locales, el turismo puede proteger la biodiversidad, fortalecer el conocimiento ambiental y aportar ingresos que beneficien a las poblaciones que cuidan esos territorios.