Sí, el turismo puede hacer que la cultura entre en peligro si solo se pretenden vender tradiciones a base de espectáculo. Pero, si justo son las personas de la comunidad las que deciden lo que deben mostrar y la forma que le quieren dar, el turismo, entonces, acaba convirtiéndose en un medio de reivindicar la identidad de la comunidad y obtener ingresos sin perder aquello que los hace ser lo que son. Lo esencial es que la acción turística no imponga sino que acompañe y respete lo que realmente cada pueblo quiere compartir. Así sí se puede llegar a tener una verdadera equidad.