La investigación sobre las plantas medicinales sigue una serie de pasos clave, cada uno con sus propios desafíos. El primer paso es identificar correctamente la planta y recolectar muestras de alta calidad, lo cual es crucial, ya que cualquier error en la identificación o en las condiciones de recolección puede afectar los resultados. Luego, se extraen los compuestos activos de la planta mediante técnicas como la maceración o la destilación, pero la variabilidad en los compuestos, debido a factores como la geografía o la temporada de recolección, puede dificultar la estandarización. Los extractos se prueban en cultivos celulares (in vitro) para evaluar sus propiedades, pero los resultados en laboratorio no siempre se reflejan en modelos animales o humanos debido a las diferencias entre organismos. En los estudios en animales, se busca evaluar la seguridad y eficacia, pero los resultados pueden no ser directamente aplicables a los humanos por las diferencias biológicas. Finalmente, los ensayos clínicos en humanos son esenciales para probar la efectividad y seguridad de los compuestos, aunque son costosos, largos y pueden verse afectados por factores como la genética y el estilo de vida de los participantes. Además, durante todo el proceso, es crucial respetar los derechos culturales y éticos de las comunidades locales, especialmente cuando el conocimiento tradicional sobre el uso de las plantas es parte de la investigación.